Prendas de cuero, una forma antigua de reciclaje



Es muy conocido por todos que las pieles son subproductos inevitables del consumo de carne y lácteos. Sin embargo, es importante que tengamos más información con datos y estadísticas que pueda ampliar y entregar de manera fiable las verdaderas garantías y ventajas de confiar en la industria responsable del cuero.

En 2020, se procesaron 28,2 millones de pieles de las 33 Millones de reses faenadas.[1] Mostrándonos así, la capacidad que tiene la industria del cuero y sus derivados para evitar la quema o desecho de estos materiales.  De hecho, si en algún momento se analizará la posibilidad de dejar de fabricar y usar piel, la producción de carne y lácteos no se detendría; y generaría un gran problema de emisiones de gases de efecto invernadero estimado en 6,6 millones de toneladas al año. Esto por cuanto no existe otro uso para estos materiales.

Si profundizamos aún más y analizamos el nivel de consumo de carne a nivel mundial recurriremos a los entendidos en la materia. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) el consumo de carne promedio per cápita creció desde los 36,4 kilos al año a finales del siglo XX hasta los 41,3 kilos en 2015. Los pronósticos de la FAO indican una cantidad de 45,3 kilos en 2030.

No existen indicios de que vayamos a dejar de criar ganado para la alimentación en el futuro, porque el ganado es una gran fuente de proteínas y un gran impulsor social y económico, así como un factor positivo para una práctica ganadera regenerativa, que se considera parte de la solución para el cambio climático. En todo el mundo, hasta 1300 millones de personas trabajan en distintas cadenas de valor de los productos ganaderos.

También es importante hablar sobre el cuero artificial o vegano, que si bien es cierto ha tomado ventaja dentro de la tendencia mundial de su consumo, esta industria se encuentra haciendo los esfuerzos necesarios para lograr un mejor control de las dioxinas que se emiten en su fabricación. La mayoría de las referencias de este tipo son fabricadas con PU y PVC, que si bien es cierto no provienen de un animal, son materiales considerados por el mismo Greenpeace como uno de los materiales (PVC) más dañino para el medio ambiente.

Concluyentemente podemos decir que la cadena de valor de la industria de la moda (materias primas, fabricante y consumidor) debe trabajar bajo los principios del consumo responsable: consumir menos y que aquello que consumimos sea lo más sostenible posible. Enmarcando las acciones y decisiones dentro de la ética, la responsabilidad y el respeto.